¿Alguna vez has sentido el deseo de hacer un alto, viajar a una playa para descansar y dejar los tours y la aventura para otra ocasión? Yo sí, y la idea de un viaje de relajación iba seguida de un lugar frente al mar para dedicar muchas horas para tomar el sol junto a mi esposa, y dejarnos consentir.
En Casa Velas encontramos un pequeño refugio con el cadencioso estilo de vida de Puerto Vallarta.
Nos sorprendió entrar al lobby y detectar un sutil aroma a cítricos y lavanda, y más adelante descubrimos que la esencia es elaborada con ingredientes frescos extraídos de su propio jardín botánico, y forma parte de las amenidades con que el hotel te consiente. Al regresar a casa adoptamos el ritual de poner unas gotitas en la almohada antes de dormir, y nos remontamos a este paraíso cada noche.
Definitivamente pasamos horas muy agradables en el club de playa, que por las noches se convierte en un elegante espacio a la luz de las velas para una cena romántica que cambia cada día, desde pasta y langosta hasta parrilladas argentinas. La atención de sus meseros es incomparable.
Por tratarse de un hotel tan íntimo, cada suite está personalizada; ninguna es igual a la anterior. La nuestra tenía esculturas del artista Sergio Bustamante y una terraza exclusiva para nosotros.
Reservamos un masaje en pareja en su spa, y comenzó con un recorrido por el circuito hidrotermal absolutamente relajante, y después fuimos dirigidos a una cabina para recibir el masaje. Estoy seguro de que cualquiera que eligiéramos hubiera sido excepcional, pero la experiencia en pareja es absolutamente recomendable.
Debo decir que nuestro concepto de vacaciones de relajación ahora lleva el nombre de Casa Velas.
Gracias por todo.
Jacob R.
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