Somos huéspedes asiduos de Grand Velas Riviera Nayarit; nos enamoramos desde el primer viaje hace 4 años y hemos vuelto en Semana Santa y en verano. En esta ocasión quisimos celebrar Año Nuevo en la Riviera Nayarit y sabíamos que nuestras vacaciones serían especiales, pero no imaginábamos que terminarían siendo maravillosas.
El servicio siempre es muy esmerado y atento, y conforme transcurren las horas comienzas a comprobar que todo está tan bien como el año pasado: la propiedad perfectamente bien cuidada, el servicio inigualable, la oferta gastronómica deliciosa. Justo cuando crees que no puede existir más, Grand Velas lo hace de nuevo… termina sorprendiéndote.
El día de la cita tan esperada, la víspera de Año Nuevo, mi familia y yo estábamos preparados para una gran velada, pero tan solo llegar al jardín principal nos quedamos asombrados con la inmensa carpa adornada con proyecciones de motivos huicholes en el techo y hermosos ojos de Dios enmarcando la entrada –el espíritu festivo de México y la auténtica calidez de su gente son una agasajo–.
La cena con platillos regionales fue espectacular y la selección de vinos muy atinada.
El cierre perfecto al sonar las 12 campanadas lo dieron los fuegos artificiales que eran lanzados desde diferentes puntos, iniciando en Puerto Vallarta y hasta Punta de Mita, iluminando con sus colores la bahía.
Es gratísimo que cada vez que visitamos Grand Velas se sienta como la primera y que no logres acostumbrarte a su servicio y a sus detalles. ¡Es como una relación perfecta!
Recomiendo ampliamente reservar en diferentes temporadas, para disfrutar del hotel desde una nueva perspectiva cada vez.
Reseña compartida por Paulette Vincent | Nueva York