Por Jorge Aragüez

Viajar…. ¿existe algún otro placer comparable?  Sí, supongo que muchos, pero nada te da tanta experiencia y cultura como eso. No importa dónde, cómo y para qué, siempre hay cosas que aprender y gente que conocer.

He tenido la suerte de viajar, aún más cuando me convertí en migrante. Voy y vengo, no sólo para ver a la familia, sino también por motivos de trabajo, y como las esperas son largas y las conexiones son muchas, el tiempo sobra y te permite observar tu alrededor, lo cual se convierte en una práctica enriquecedora.

Así aprendí que los argentinos viajan con zapato deportivo y la mayoría utiliza chamarras de piel. Los norteamericanos viajan con grandes libros, los cuales tienden a ser de Stephen King, y no terminan hasta que sus ojos cansados se duerman. Los europeos tienden a viajar con poca ropa, una mochila y guías de viajes al país que se dirigen; seguramente se comunican con la gente local pero más por casualidad que por necesidad, sus libros por lo general dicen todo.

En cambio, los viajeros de negocios o de trabajo (ya que no siempre son de negocios) siempre tienen el mismo estereotipo: maleta pequeña, maletín de computadora que encaja justo sobre el mango de la maleta pequeña; hablan mucho por teléfono, casi siempre están respondiendo correos, siempre tienen cara de gente seria e importante y rara vez… conversan con el de al lado. A veces trabajar suele ser más productivo en un aeropuerto o en una sala de espera que en nuestra propia oficina.

Hay un tipo de viajero que aprendí a identificar desde que vivo en un destino turístico junto al mar, y es el viajero de vacaciones playeras. Siempre con sombrero, ropa colorida y sobre todo, con una sonrisa en la cara (muy notable diría yo); se nota calmado, feliz y como si ese momento en el aeropuerto fuera la ejecución de un sueño largamente planeado.

Es por eso que desde hace tiempo me agrada regresar a casa. Vivo en un lugar hermoso, la playa; un sitio al que mucha gente llega después de ahorrar durante mucho tiempo y al cual seguramente planearán regresar.  Un espacio en el que es un sueño vivir.

Esa es la razón por la que decidí que Vallarta fuera mi lugar de residencia, y parece que todos los que me acompañan en el vuelo de regreso, opinan lo mismo. En Vallarta-Nayarit disfrutas de unas hermosas vacaciones, pero las mías son definitivas.

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