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¡Bienvenido otoño!
Por Verónica Toro
El equinoccio de otoño sucede el día 23 de septiembre en el hemisferio norte y termina con el solsticio de invierno (21 de diciembre).
El nombre proviene del dios egipcio Atum, quien simboliza el “sol que se oculta en la tierra”. En otros sentidos, representa la madurez, que se relaciona con la peculiar caída de las hojas de los árboles. Se caracteriza por ser una época óptima para las cosechas, sobre todo, maíz y girasol. En cuestiones climáticas, comienzan los descensos de temperatura en el ambiente y en plantas.
Los alimentos típicos son la granada, uva, naranja, mandarina, toronja, aguacate, hongos, calabaza, alcachofa y frutos secos.
El organismo de los humanos se ve alterado debido a que el cuerpo regula la temperatura y hay una mayor demanda de consumo de energía en ese sentido, por lo que la defensa frente a los gérmenes disminuye y las probabilidades de contraer enfermedades infecciosas son altas.
Las hojas
¿Te has preguntado realmente por qué las hojas de los árboles en otoño cambian de color y caen?
Éste es un proceso muy curioso y a la vez, inteligente. Las plantas, como seres vivos, sufren algunos cambios químicos importantes de acuerdo a la temporada. Durante el otoño, el árbol se prepara para las temperaturas más bajas que vendrán con el invierno, al recibir menos luz porque los días son más cortos. Ante esta alarma, las hojas comienzan a ahorrar su energía pero, ¿de qué manera lo hacen?
La hoja capta la luz solar principalmente y la absorbe gracias a la molécula de clorofila. Esta luz, combinada con el agua y sales minerales, es transportada a través de las tuberías localizadas desde el rabo hasta la superficie, es decir, se combinan para fabricar sus propios alimentos que las mantendrán vivas. En el rabillo o pecíolo de la hoja, se encuentra la zona de absición, la cual conduce el agua y alimentos; durante esta temporada, las células de absorción se hinchan y estrangulan los conductos que unen a la hoja con el resto de la planta hasta llegar al punto en el que el flujo de savia se detiene totalmente. Al interrumpirse la comunicación de los nutrientes y sin un aporte real de agua, la clorofila se degrada y otras sustancias y pigmentos se intercambian por otros que contribuyen a la degradación de color.
La capa de escisión es la zona de la hoja que la mantiene unida a la planta. Las células crecen y forman un material duro de glucosa y deshechos que quedan atrapados; esto provoca una frágil adherencia, la cual con el paso de los días o un viento fuerte, es cada vez menor hasta separarse por completo de la corteza. Sin embargo, hay árboles muy fuertes y resistentes a los cambios climáticos llamados “perennifolios”; éstos continúan realizando la fotosíntesis (aunque más lenta) durante el invierno. Este ahorro de energía es también una forma de prepararse para renacer cuando llegue la primavera.
Es maravilloso entender el funcionamiento de la naturaleza, así como impresionante detenerse a observarla y admirarla. ¡Cuidémosla ya que es imposible sobrevivir sin ella!
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Fuente de fotos: www.euroresidentes.com, noticias.eltiempo.tv
(Publicado en Riviera Maya Blog)